Novecentismo y Vanguardias

El Novecentismo o G.14 se sitúa entre la Generación del 98 y la literatura de vanguardia de los años veinte. El término Novecentismo, acuñado por el catalán Eugenio D’Ors, agrupa a intelectuales que ponderan el rigor y la perfección artística. Desde el punto de vista estético, proclaman la deshumanización de la obra de arte y el intelectualismo, lo que favorecerá la penetración de las vanguardias europeas en España. Se caracteriza por la sólida formación intelectual frente a la Generación del 98, autodidacta e intuitiva, miran a España desde una actitud racional y desapasionada; europeización frente al casticismo del 98, proponen el acercamiento a la cultura europea. Se crean con este fin algunas publicaciones como la Revista de Occidente, fundada por Ortega; incorporación a la vida oficial, están presentes en la vida pública (conferencias, ensayos, artículos periodísticos…); intelectualismo y antirromanticismo (prevalece lo intelectual rechazando el sentimentalismo); defensa del arte puro, que no debe expresar preocupaciones sociales o políticas ni de emociones privadas. Se produce así una corriente “deshumanizadora” que conduce a la depuración máxima del lenguaje y con ello el Novecentismo se convierte en un arte para minorías.

El ENSAYO fue una de sus formas de expresión favoritas, cultivada por: Eugenio D’Ors con Glosari; el político Manuel Azaña (presidente II República) escribió ensayos sobre temas literarios como Ideárium de Ganivet, destacan sus Diarios; Salvador de Madariaga, autor de ensayos históricos; el médico Gregorio Marañón destacan sus obras bigráficas y de personajes históricos y literarios; Américo Castro y Sánchez Albornoz, quienes polemizaron sobre España; Ramón y Cajal; Menéndez Pidal, que aplica el método científico. Pero fue Ortega y Gasset el gran ensayista del Novecentismo y quien influyó en los jóvenes escritores. Sobre Filosofía escribe Meditaciones del Quijote y El tema de nuestro tiempo, donde formula su doctrina raciovitalista. Expone sus ideas estéticas en La deshumanización del arte. Sobre política escribe La rebelión de las masas donde defiende que la crisis de España se debe a la «indocilidad de las masas» que se niegan a seguir las directrices de las «minorías egregias», en España invertebrada expone el poder destructor de los particularismos. En el ámbito psicológico escribe Estudios sobre el amor.

En POESÍA destaca Juan Ramón Jiménez, uno de los impulsores del Modernismo. Él mismo describe su evolución poética en: Etapa modernista («sensitiva») llena de tonos grises, melancolía y descripciones del paisaje como reflejo del alma del poeta Arias tristes y Platero y yo; Segunda etapa («intelectual») donde se despoja de los alardes formales del Modernismo, Diario de un poeta recién casado (1916) y Eternidades; y Tercera etapa («verdadera»), escritos desde el exilio, donde alcanza la máxima depuración como en Dios deseante y deseado y Animal de fondo.

La NOVELA destaca por ser fiel continuadora del Modernismo, a pesar de depurar el lenguaje. Gabriel Miró escribió novelas líricas (casi sin argumento) como Las cerezas del cementerio, Nuestro Padre San Daniel y El obispo leproso. La novela de Ramón Pérez de Ayala es más intelectual, escribe Tigre Juan, El curandero de su honra y Belarmino y Apolonio.

En paralelo, se desarrollaron las Vanguardias en Europa, cuya penetración en España se produjo a finales de la primera década del S.XX. Estas vanguardias se caracterizan por su antitradicionalismo y antirrealismo. Ramón Gómez de la Serna encarna el nuevo espíritu de la vanguardia, representado en el rechazo del subjetivismo y en la renuncia a reproducir fielmente la realidad, captando el mundo a través de la incoherencia y la fragmentación. Fruto de esta actitud surgen sus greguerías, en las que está la base de sus novelas, como El torero Caracho y El hombre perdido. Ortega y Gasset también contribuyó con la introducción de las vanguardias en España teorizando sobre ellas en su ya mencionado ensayo La deshumanización del arte. Las vanguardias más importantes son: EXPRESIONISMO, que surge en Alemania y pretende la deformación de lo real (por medio de la exageración), Valle-Inclán se aproxima mucho con sus esperpentos; FUTURISMO, iniciado por Marinetti, fascinado por lo moderno, lo bélico y los avances tecnológicos, emplea técnicas como la eliminación de signos de puntuación, esta vanguardia influyó en poetas del 27, como Salinas y Alberti con Cal y Canto; CUBISMO, aparece en Francia de la mano de Apollinaire, creador de los caligramas; DADAÍSMO, iniciado por el escritor rumano Tristán Tzara, propone la espontaneidad expresiva; ULTRAÍSMO, de origen español, fue creado por Guillermo Torre a partir de diversos ismos, pero tuvo una breve duración; CREACIONISMO, cuyo creador fue Vicente Huidobro, trata de crear una realidad en el poema a través de metáforas que aparentemente no tienen relación con el mundo real, también destacan Juan Larrea y Gerardo Diego; SURREALISMO, que tiene su origen en el primer Manifiesto (1924) de André Breton, se ve influido por el psicoanálisis de Freud y pretende la liberación del subconsciente y de lo onírico (por ejemplo, con la escritura automática), en España estuvo a cargo de Juan Larrea e influyó en autores de la Generación del 27, como García Lorca con Poeta en Nueva York, Alberti o Luis Cernuda, en España no se utilizó la escritura automática rehumanizó la poesía además de la utilización de imágenes y novedades métricas como el versículo.