Bloque 5 – La crisis del Antiguo Régimen (1788-1833). Liberalismo frente a absolutismo.

5.1. La Guerra de Independencia: Antecedentes y causas. Bandos en conflicto y fases de la Guerra

Desde finales del s.XVIII hasta el primer tercio del XIX España entra en una etapa de transición hacia el nuevo modelo de Estado liberal. En 1788 Carlos IV accede al trono, siendo su reinado una continuación del de su padre, pero con un resultado distinto, dado que el despotismo ilustrado había llegado a sus límites y mostraba ya sus contradicciones. Un año más tarde (1789), tiene lugar la Revolución Francesa, la cual tiene importantes repercusiones en España.

El temor a que las propuestas revolucionarias de Francia se difundan por el país se extiende. Era comprensible debido a la proximidad geográfica y a las estrechas relaciones que mantenían España y Francia desde 1713 (Pactos de Familia). La política exterior con Francia se divide en tres fases, empezando con la prevención y neutralidad (1789-1792): Floridablanca inicia una política de vigilancia y neutralidad, a la vez que una política de represión contra la propaganda revolucionaria, se adoptaron medidas  tales como la inspección de la correspondencia procedente del país vecino, la prohibición a los estudiantes de salir al extranjero o la revitalización de la Inquisición. La segunda comienza con la declaración de guerra a Francia (1793-1795): Carlos IV nombra a Manuel Godoy primer ministro, convirtiéndose la política en un despotismo ministerial (1792-1808). El proceso y ejecución del Rey (Luis XIV) llevaron a otras potencias a participar en la Guerra (Primera Coalición). La victoria francesa obligó a España a firmar la Paz de Basilea (1795), por la que España cedía a Francia su parte de Santo Domingo y Francia se comprometía a devolver los territorios conquistados durante la guerra. Por estas negociaciones, Godoy es nombrado Príncipe de la Paz. La tercera es la alianza con Francia (1796-1808): donde se firmó el Tratado de San Ildefonso (1796), que ligaba la política exterior española a la francesa y nos obligó a enfrentarnos a Inglaterra, lo que trajo graves consecuencias para España  como la Batalla de Trafalgar (1805). Godoy firma el Tratado de Fontainebleau (1807), que permitía a las tropas francesas atravesar España para conquistar Portugal y hacer efectivo el bloqueo continental a Inglaterra. Aunque el verdadero objetivo de Napoleón era conquistar la Península.

Con estos antecedentes, destacamos tres causas directas que provocaron el inicio de la Guerra de Independencia. El Motín de Aranjuez (marzo de 1808) fue promovido por Fernando VII contra su padre, apoyando la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV. El 2 de mayo de 1808 estalló en Madrid una sublevación cuando la familia real partía a Francia, pero fueron duramente reprimidos por el ejército francés. El 5 de mayo se producen las abdicaciones de Bayona, Napoleón cita a Fernando VII y Carlos IV para hablar sobre el enfrentamiento mantenido, les obliga a abdicar en él y este a su vez en su hermano, José I, el cual no fue bien recibido.

La guerra de Independencia fue un doble conflicto, una guerra de liberación contra un invasor extranjero y una guerra civil entre la España de José I Bonaparte (parte ocupada por el ejército francés) que estaba formada por los afrancesados, que pretendían una modernización de España y la España de la insurrección popular y la resistencia que luchaba en nombre del legítimo rey de España (Fernando VII). Este bando se dividía a su vez en los liberales, que pretendían una monarquía diferente, y los absolutistas, que defendían la monarquía absoluta de Fernando VII, propia del absolutismo.

Las fases de la guerra de Independencia, es decir, la resistencia armada del pueblo español ante la ocupación de España por Napoleón de 1808 a 1813, tuvieron un desarrollo muy desigual: Hasta noviembre de 1808, la resistencia española ganó protagonismo, se consigue la victoria en la Batalla de Bailén el 19 de julio, lo que frena la ocupación francesa de Andalucía y consigue que José I abandone Madrid y establezca la capital en Vitoria, la Batalla del Bruch de Barcelona (1808) dificulta inicialmente la llegada de refuerzos franceses; Desde noviembre de 1808 hasta enero de 1812, Napoleón interviene  personalmente en España (con la Gran Armée) logrando la victoria de Ocaña (noviembre de 1808), la cual acaba con la resistencia organizada  en la Península, pero los franceses se encontraron con la táctica de guerrillas, vital para la resistencia, a lo que se suma la ayuda militar británica; Desde 1812 hasta el final de la guerra (1813) la situación se invirtió, debido a que Napoleón tuvo que retirar tropas de España por la campaña de Rusia en el verano de 1812, mientras que el ejército inglés (bajo el mando de Wellington) derrota a los franceses en Arapiles el 22 de julio de 1812, liberando Madrid. Los franceses concentran sus ejércitos, forzando a Wellington a retirarse a Portugal. Los franceses inician una retirada paulatina ante la presión anglo-española, sufriendo las derrotas definitivas de Vitoria (13 de junio de 1813) y la de San Marcial (31 de agosto), siendo el final de la guerra. En diciembre de 1813, Francia y España firmaron el Tratado de Valençay, en el cual Napoleón ofrece la paz y reconoce a Fernando VII como rey de España.

5.2. Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

Al estallar la guerra, España queda dividida en tres grupos políticos: los afrancesados, partidarios de José I y de la Constitución de Bayona (1808), formados por la nobleza, alto clero y funcionarios ilustrados, mal vistos por la sociedad (optan por el exilio después de la Guerra); los liberales, que defendían a Fernando VII como rey de una monarquía constitucional, formados por burguesía, clases medias y profesiones liberales, pero con apoyo de parte de la nobleza y el clero; los tradicionalistas, que defendían a Fernando VII como monarca absoluto, formados por privilegiados, nobleza y clero.

Al iniciarse la guerra en 1808, el pueblo asume la soberanía nacional, rompiendo así con el Antiguo Régimen. Empiezan a autogobernarse y pronto de produjo un movimiento juntista, donde las juntas locales asumieron la soberanía hasta que los delegados de las juntas provinciales constituyeron la Junta Suprema Central Gubernativa, donde Floridablanca fue elegido presidente. Esta junta actuó como gobierno provisional estableciéndose en Cádiz y organizando la resistencia contra el invasor desde los primeros meses de la guerra hasta 1810, en este año tuvo que disolverse a causa de su ineficacia ante los franceses. En consecuencia se nombrará un Consejo de Regencia como gobierno provisional. Este consejo tenía legitimidad para convocar Cortes, y lo hizo en junio de 1810 (primeras cortes no estamentales).

Las Cortes de Cádiz quedaron formadas por 300 diputados, de mayoría burguesa liberal (que marcará su tendencia política) y una minoría de eclesiásticos y aristócratas. El 24 de septiembre se celebra el acto inaugural de dichas cortes en la Iglesia de la Isla de San León. Estas Cortes abordan una amplia tarea legislativa con el objetivo de terminar con las trabas sociales y económicas del Antiguo Régimen. Dicha tarea legislativa, basada y sustentada en la asunción de la soberanía por parte de las Cortes, puede resumirse en la promulgación de una Constitución y en una serie de medidas (leyes) de carácter liberal que pretendían suprimir el Antiguo Régimen, las más importantes fueron: la abolición del régimen jurisdiccional en 1811, la eliminación del mayorazgo, una ley de Reforma Agraria en la cual se expropian terrenos baldíos y desamortización religiosa, un decreto de libertad de industria mediante la supresión de gremios, desaparición de la Inquisición y supresión del Consejo de la Mesta.

Pero sin lugar a dudas, la obra cumbre de las Cortes de Cádiz fue la Constitución de 1812, más conocida como la Pepa. Fue aprobada el 19 de marzo de 1812, fruto del compromiso entre liberales y absolutistas, más favorable para los primeros por la situación política en la que se aprobó. Su importancia reside en que fue la primera Constitución de nuestro país, en ella se establecen los principios fundamentales defendidos por la ideología liberal. Soberanía nacional (el poder reside en la nación) representada por las cortes, sin distinción de estamentos y defendida por liberales como Argüelles o Muñoz. Una Monarquía Constitucional con división de poderes (legislativo, las Cortes con el rey; ejecutivo, el rey; judicial, los tribunales de justicia). Establecieron cortes unicamerales y el sufragio universal para los varones mayores de 25 años. Un fuero único para todos los ciudadanos, excepto eclesiásticos y militares, y la garantía del respeto de los derechos fundamentales del individuo. Un estado confesional, cuya única religión era la católica. Crearon un ejército permanente, además de una Milicia Nacional para reforzar al ejército en caso de guerra y defensora del Estado liberal. Obligaron a los españoles a contribuir con sus impuestos a la hacienda estatal y dividieron el Estado en provincias, para organizar mejor la administración y establecieron elecciones populares de los alcaldes de cada municipio.

La obra de las Cortes de Cádiz tuvo una enorme influencia en el desarrollo del liberalismo español a lo largo del s.XIX,aunque no significó un triunfo definitivo de los liberales, ya que el pueblo se siente absolutista y aclamará la llegada de Fernando VII. A partir de 1814, los españoles están divididos  ideológicamente y esta ruptura tendrá graves consecuencias a lo largo del s.XIX.

Esta Constitución fue un punto de partida para las demás constituciones de este siglo, llegando dicha influencia hasta la actual de 1978. Aunque dejó de tener vigencia tras la vuelta de Fernando VII a España en 1814, fue establecida en dos periodos, entre 1820 y 1823 y de agosto de 1836 a junio de 1837. También sirvió como referente liberal para otras constituciones europeas.

5.3. Fernando VII: Liberalismo frente a Absolutismo. El proceso de Independencia de las Colonias americanas

La Restauración en Europa tras la derrota de Napoleón impuso de nuevo el Antiguo Régimen. En España, Fernando VII (“el Deseado”) llevó a cabo la Restauración, restableciendo la monarquía absoluta y poniendo fin a las reformas liberales de las Cortes de Cádiz. Es por esto que las 3 etapas del reinado de Fernando VII están marcadas por el enfrentamiento continuo entre absolutistas y liberales, con terribles consecuencias como la emancipación de las colonias americanas.

La Restauración dio lugar al Sexenio absolutista (1814-1820). Cuando Fernando VII vuelve a España en 1814 recibe el “Manifiesto de los Persas” donde los conservadores pedían volver al Estado anterior a la Guerra de Independencia. Esto se llevó a cabo con el “Decreto del 4 de mayo” que anulaba las reformas aprobadas por las Cortes de Cádiz, incluida la Constitución. También se inicia una represión del liberalismo a persecución política que se traduce en exilio. Durante estos años, el gobierno es inestable, la situación económica desastrosa y hay un descontento liberal, burgués, campesino y militar. Los liberales se reúnen en asociaciones clandestinas (sociedades secretas), promoviendo diversos pronunciamientos. Aunque muchos de ellos fracasaron como el de Díaz Porlier en la Coruña, Lacy en Cataluña, Elio en Valencia o Richart en Madrid; en 1820, el comandante Riego tuvo éxito en Cabezas de San Juan, dando comienzo al Trienio Liberal.

Durante este Trienio Liberal (1820-1823), Riego obliga a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812. Se tomaron medidas liberales como suprimir los mayorazgos, se prohibió a la Iglesia la adquisición de bienes inmuebles, se sentaron las bases para una desamortización eclesiástica y se abolió el régimen señorial. Fue una época de inestabilidad por la división de los liberales en moderados (doceañistas) y exaltados (progresistas), y por pronunciamientos absolutistas promovidos por el rey. En el Congreso de Verona (1822) la Santa Alianza decide intervenir con los “Cien Mil Hijos de San Luis” dirigidos por el Duque de Angulema y restablecer a Fernando VII como monarca absoluto.

En la Década Ominosa (1823-1833) se restaura un absolutismo más moderado. Se deroga la Constitución y la labor legislativa llevaba a cabo durante el Trienio Liberal y vuelve la represión a los liberales (ejecución de Riego). La moderación del monarca provocó la aparición de los realistas puros, que fueron radicalizando su postura hasta apoyar a Carlos Mª Isidro, hermano del rey, que conspiraba abiertamente por la Corona. En los últimos años del reinado  de Fernando VII surgieron conspiraciones liberales (Espoz y Mina en el norte, Torrijos en Málaga, ejecución de Mariana Pineda…) y hubo una crisis sucesoria: como Fernando VII sólo tenía una hija, publicó la Pragmática Sanción (1830) que eliminaba la Ley Sálica, permitiendo que el sucesor al trono fuera una mujer. Esto enfrentó a los absolutistas (que apoyaba a Don Carlos) contra los liberales y moderados (que apoyaban a Isabel II, hija de Fernando VII).

El otro hecho significativo durante el reinado de Fernando VII fue la emancipación de la América española. Las causas fueron diversas: el ejemplo de la independencia de EEUU; la difusión del liberalismo, la Ilustración y la Revolución francesa; el apoyo británico por intereses económicos; y el malestar criollo por el modelo político y económico. La emancipación de América fue liderada por las Juntas a favor de Fernando VII que surgieron con el vacío de poder durante la Guerra de Independencia.

Podemos diferenciar tres fases: Durante la Guerra de Independencia (1810-1814) se deponen a los virreyes y a los Capitanes Generales, empezando así con declaraciones de independencia, que cuentan con el apoyo de EEUU e Inglaterra. Reclamaban autogobierno, organizaron su propio ejército y llegaron a convocar congresos, con el fin de redactar una constitución. Durante el Sexenio Absolutista (1814-1820) sobresalieron dos libertadores: José San Martín, que derrotó a los españoles en Carabobo y proclamó la independencia de Chile, y Simón Bolívar, que salió victorioso en Boyacá (1819) e independizó Venezuela. En la fase correspondiente al Trienio Liberal (1820-1823) se debilita el ejército colonial y se independizan México y los países centroamericanos. San Martín proclama la independencia de Perú (1821) y Bolívar, con su victoria en Ayacucho (1824), independiza Bolivia (1825).

Las consecuencias de esta emancipación fueron: la pérdida del imperio colonial (quedando sólo Cuba, Puerto Rico y Filipinas), Inglaterra y EEUU sustituyeron a España en el comercio colonial, reducción del comercio catalán y pérdidas económicas y territoriales, por las que España se convierte en una potencia de segundo orden.