Bloque 7 – La restauración borbónica: implantación y afianzamiento de un nuevo Sistema Político (1874-1902).

7.1. La Restauración Borbónica (1874-1902): Cánovas del Castillo y el turno de partidos. La Constitución de 1876.

El término Restauración Borbónica tiene dos significados, por un lado, se refiere al “restablecimiento de la monarquía tras la experiencia republicana de 1873 en la persona de Alfonso XII”, y por otro lado, se refiere al “periodo comprendido entre 1874 y 1931 en el que la monarquía se mantuvo apoyada en un peculiar sistema político”. El origen de esta Restauración reside en la inestabilidad política y social que trajo el Sexenio democrático. La República fue considerada la culpable de esto por su debilidad e incapacidad de gestión, lo que se tradujo en posiciones más conservadoras.

En busca de estabilidad, Cánovas del Castillo, artífice del cambio durante la Restauración (presentó al príncipe Alfonso como único candidato al trono, para evitar pronunciamientos militares), publica el manifiesto de Sandhurst. Este manifiesto, firmado por Alfonso XII, recoge las intenciones del monarca y explica cómo sería su gobierno. Pero se le anticipa el pronunciamiento del general Martínez Campos en Sagunto (1874), que puso fin a la República y nombró rey a Alfonso XII. Alfonso era hijo de la destronada Isabel II, que al haber sido educado en Inglaterra, apoyará sobre ella el sistema político de la Restauración.

Cánovas del Castillo aspiraba a sentar las bases de un sistema político estable. Para ello, planteó un sistema político sobre tres puntos clave: el rey con las Cortes, el turno de partidos y una Constitución moderada. El turno de partidos consistía en la alternancia pacífica de los 2 partidos políticos creados: el Partido Conservador, creado y dirigido por Cánovas y apoyado por moderados, la Unión Católica y a los Alfonsinos de Cánovas; y el Partido Liberal, dirigido por Sagasta y creado con ciertas aportaciones de Cánovas, apoyado por la izquierda moderada burguesa. 

Para asegurar la alternancia era necesario el fraude electoral: cuando el partido en el poder se desgastaba, se sugería a la Corona el relevo en el Gobierno (el presidente del gobierno sería el líder del partido opositor) que disolvía las Cortes y convocaba elecciones. Entonces el ministro de Gobernación manipulaba las elecciones mediante: el “encasillado” (se adjudican escaños en función de lo acordado entre gobierno y oposición) y el “caciquismo” (caciques locales se encargaban de que fuese elegido el candidato acordado). Si era necesario se recurría al “pucherazo”, cambiando una urna por otra con los votos deseados, o se añadían votos falsos para asegurar la victoria.

Las principales características de la Constitución moderada de 1876 fueron: la soberanía compartida entre rey y Cortes, que ampliaba el poder ejecutivo del rey (promulga leyes y convoca, disuelve o suspende las Cortes); cortes bicamerales, con el Congreso, elegido por ciudadanos, y el Senado, elitista y conservador (senadores vitalicios, nombrados por el rey o elegidos por los mayores contribuyentes); no existe una clara división de poderes, el rey tiene el poder ejecutivo total y el legislativo compartido con Cortes y el poder judicial reside en los tribunales; teóricamente se reconocen derechos y libertades amplias, en la práctica eran limitados o aplazados durante el gobierno de Cánovas; el sufragio para elegir el Congreso no estaba especificado hasta que la Ley Electoral de 1878 establecía el voto censitario; la religión católica es declarada religión oficial del Estado, permitían otros cultos pero no recibían privilegios; el Estado se organiza de forma centralista dado que los alcaldes eran nombrados por el rey  y se establece unidad de códigos e igualdad jurídica, aboliendo los fueros vascos.

7.2. La Restauración Borbónica (1874-1902): Los nacionalismos catalán y vasco y el regionalismo gallego. El movimiento obrero y campesino.

Tras la muerte de Alfonso XII en 1885, se establece el Pacto del Pardo, donde, con el fin de apoyar la regencia de su viuda, Mª Cristina de Habsburgo, queda institucionalizado el sistema del turnismo de los partidos de Cánovas y Sagasta excluyendo al resto de partidos del juego electoral. La oposición quedaba formada por los carlistas y los republicanos, muy debilitados ya, y los nacionalistas, regionalistas y el movimiento obrero, que fueron cobrando fuerza poco a poco.

El regionalismo, y su forma más radical, el nacionalismo, nacen como reacción: a un Estado unitario y centralizado en el que Madrid (centro político) no dedica recursos a las demás provincias, provocando un atraso en las regiones; a un sistema político que pretendía poner una cultura oficial castellanizada que ignoraba la existencia de otras lenguas y culturas (Cataluña, Galicia…); de la burguesía contra los intereses oligárquicos de los políticos de la capital. La ineficacia del turnismo presentó a estos partidos como única solución a los problemas de la nación.

La primera manifestación del Nacionalismo en Cataluña, durante los años treinta del s.XIX, es la Renaixença, un movimiento de recuperación cultural que pretende fortalecer el catalán. El movimiento literario propiciará el nacimiento de movimientos políticos que buscarán el autogobierno de la región. La justificación de este nacionalismo es: su historia propia pues fue una entidad política diferenciada, la lengua diferente y la realidad económica diferenciada. Valentín Almirall fundó el Centre Català en 1882 (para lograr autonomía) e impulsó la presentación a Alfonso XII de un “Memorial de agravios” donde denunciaba la opresión de Cataluña. Pero intelectuales conservadores contrarios al progresismo de Almirall fundaron la Unió Catalanista en 1891, su programa se fijó en las Bases de Manresa que defendía un Estado confederal y la soberanía de Cataluña en política interior. En 1901 se funda la Lliga Regionalista con líderes como Prat de la Riba y Francesc Cambó. Este partido conservador iba en contra del sistema canovista y a favor de la autonomía política mediante un reformismo político.

El Nacionalismo vasco fue tremendamente conservador, consideraba a los inmigrantes (maketos) culpables de la degeneración de la raza vasca e indentificaba el capitalismo y el centralismo con lo español. Sabino Arana creó una ideología basada en el catolicismo y antiliberalismo y fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV) en 1895. Por su escaso éxito, se vio obligado a ampliar sus bases hacia una burguesía más moderna e industrial.

El Regionalismo gallego pretende el renacimiento cultural (o Rexurdimento) que pretende aumentar la conciencia de patria común. Inició su andadura política cuando Manuel Martínez Murguía funda la Asociación Regionalista Galega en 1889, que reclamaba autonomía, junto con otros teóricos como Alfredo Brañas.

Surgieron otros regionalismos más débiles como Valencia Nova y “Juventut Valenciana” en Valencia o la figura de Blas Infante en el Ateneo de Sevilla de Andalucía.

Entendemos por movimiento obrero la actividad política y social de los obreros y campesinos para mejorar su situación económica y laboral y para defender sus derechos. En el s.XIX solo se centra en asociaciones de solidaridad y en acciones ludditas. Las causas de su aparición son la exclusión del movimiento obrero por el turnismo y el ejemplo europeo. Éste último da lugar a dos ideologías mayoritarias: Anarquismo y socialismo.

El anarquismo llegó a España gracias a Fanelli y se extendió mayoritariamente entre los campesinos andaluces y los obreros catalanes. Así, se organizaron en la Federación de Trabajadores de la Región Española y se separaron dos tendencias: la pacífica, que realiza reivindicaciones sindicalistas, y la violenta con su “propaganda por el hecho”, que lleva a cabo magnicidios y ataques terroristas. En 1911 crearán la CTN, la organización obrera más importante de España caracterizada por su apoliticismo, su carácter revolucionario y la acción directa.

El socialismo fue introducido por Lafargue y en 1879 Pablo Iglesias fundó el PSOE. Los socialistas defendían la creación de partidos políticos obreros para lograr ganar las elecciones, y una vez en el poder, transformar la sociedad para velar por los intereses de los obreros. Reivindicaron mejoras laborales, una nueva legislación social y el derecho a huelga, para lo que fundaron la Unión General de Trabajadores (UGT). El primer parlamentario del PSOE fue Pablo Iglesias en 1910.

7.3. El problema de Cuba y la guerra entre España y Estados Unidos. La crisis de 1898 y sus consecuencias económicas, políticas e ideológicas.

Para entender la Crisis del 98, el proceso de independencia de las colonias españolas debe ser enmarcado en la crisis interna que sufre España y en el contexto internacional del momento marcado por el imperialismo de los países más desarrollados.

El problema en Cuba se remonta a 1868, cuando aparecieron los primeros movimientos autonomistas entre los que destacamos el grito de Yara, de Manuel de Céspedes, que lucha por abolir la esclavitud y por tener autonomía política. La Guerra de los Diez Años (1868-1878) terminó con la Paz de Zanjón donde Martínez Campos se comprometió a conceder cierta autonomía a los cubanos, pero, a causa de la oposición de los latifundistas azucareros, solamente se consiguió abolir la esclavitud.

A semejanza del modelo bipartidista español, en Cuba distinguimos: el Partido Autonomista (cubanos que defienden la autonomía y reformas políticas y económicas sin llegar a independizarse) y la Unión Constitucional (peninsulares que querían mantener privilegios). El Partido Liberal de Sagasta se mostró favorable a introducir reformas, pero solo se abolió formalmente la esclavitud en 1888.

Antonio Maura presenta un proyecto autonomista en 1893, pero fue rechazado. Más tarde, la ineficacia para introducir las reformas aumentó el deseo de independencia en manos de José Martí en Cuba y de José Rizal en Filipinas. En ese momento, 1895, estalló de nuevo la guerra con el Grito de Baire, Cánovas del Castillo envió a Martínez Campos con un ejército que pretendió establecer una fuerte acción militar y un esfuerzo político de conciliación, pero dio lugar a un levantamiento generalizado. Weyler, sustituyendo a Martínez Campos, impuso medidas más fuertes, recuperó todo el territorio y comenzó una guerra de desgaste donde los guerrilleros cubanos dominaban el terreno (con ayuda de EEUU). Tras este fracaso, llegó el general Blanco que buscó la conciliación con separatistas, para ello decretó la autonomía cubana, el sufrago universal masculino, la igualdad de derechos con la península y la autonomía arancelaria… pero los independentistas con el apoyo de EEUU se negaron a pactar este acuerdo. En 1897 Cánovas fue asesinado y llegó Mckinley a la presidencia de EEUU con una política de intervención en Cuba.

EEUU buscó un motivo para entrar en guerra con España y provocó un atentado, el hundimiento del Maine (1898), del cual culpabilizaron a España y le declararon la guerra. Así, la flota española con cascos de madera fue derrotada en la batalla naval de Santiago de Cuba mientras la flota norteamericana con cascos acorazados invadía Cuba y Puerto Rico. La derrota española en la batalla de Cavite permitió la invasión de Filipinas por EEUU, por el interés en tabaco y azúcar. El 12 de agosto de 1898 se firmó la Paz de París donde Cuba, Puerto Rico y Filipinas pasaron a ser de EEUU y las islas Marianas (excepto Guam, las Carolinas y las Palao a manos alemanas.

La crisis de 1898, ideológica y moral, trajo consecuencias en todos los ámbitos. Como consecuencias demográficas, en la guerra con Cuba hubo 120.000 muertos, la mitad de ellos soldados españoles. En consecuencias sociales encontramos que la mayoría de muertos y heridos pertenecían a las clases bajas ya que no habían podido pagar para evitar tener que participar en la guerra y los que volvían se encontraban mal atendidos, mutilados o tarados. Las consecuencias económicas a corto plazo son la subida de precios de los alimentos de la metrópoli y un impacto en la industria algodonera catalana y en las exportaciones de harinas castellanas; y a largo plazo son la desaparición de mercados coloniales, aunque se produjo una repatriación del capital español en América. A nivel político, la Restauración llega a su limite y los gobernanes aplican las ideas del Regeneracionismo, se produjo un reforzamiento de los nacionalismos en Cataluña y el País Vasco, el avance de los partidos republicanos, el desprestigio del ejército y la pérdida de credibilidad de los dirigentes políticos. El Partido Liberal de Sagasta tuvo que afrontar la derrota, se cede terreno a nuevos líderes políticos, como Francisco Silvela y Antonio Maura del Partido Conservador, o Segismundo Moret y José Canalejas en el Liberal. Por último, hubo una crisis moral e ideológica que causó un importante impacto psicológico entre la población. Surge el Regeneracionismo donde destaca Joaquín Costa. Por un lado, denunciaban la degeneración de lo español, la corrupción política y el atraso económico y social respecto a los países europeos. Mientras que, por el otro lado, defendían la limpieza del sistema electoral, la reforma educativa, la ayuda social y las obras públicas. Los regeneracionistas se quedaron únicamente en la teoría, dado que no quisieron formar partidos políticos. Esta crisis de la conciencia nacional se expresó a través de la obra crítica de los escritores de la Generación del 98 (Maeztu, Valle Inclán…).

En 1899, Francisco Silvela forma gobierno, pero encontró una fuerte oposición en los grupos oligárquicos. En 1901, Sagasta volvía a formar gobierno, y un año más tarde Alfonso XIII alcanzaba la mayoría de edad y era nombrado rey