Bloque 10 – La Segunda República. La Guerra civil en un contexto de crisis internacional (1931-1939)

10.1. La proclamación de la Segunda República. La Constitución de 1931. El bienio reformista (1931-33)

Desde el fin de la dictadura de Primo de Rivera en 1929, los intentos de volver a la normalidad constitucional fracasaron. La II República se proclamó el 14 de abril de 1931 tras las elecciones municipales del 12 de abril, donde la mayoría de las grandes ciudades habían ganado por amplia mayoría a los republicanos. Ante la situación, Alfonso XIII decidió abdicar y un comité republicano asumió el poder convirtiéndose en Gobierno Provisional.

Este Gobierno Provisional estaba formado por republicanos de origen diverso: Derecha Republicana (Niceto Alcalá Zamora y Partido Radical), Republicanos progresistas (Azaña), socialistas y regionalistas. Convocaron elecciones el 28 de junio para formar unas Cortes Constituyentes, las cuales refrendaron al Gobierno Provisional y a Alcalá Zamora como presidente de la República. Sus primeras acciones se enfrentaron con la impaciencia de los obreros, el temor de los grandes propietarios, la oposición de la Iglesia Católica y la proclamación unilateral del Estado catalán a manos del nacionalista Francesc Marciá. La Iglesia elaboró una dura pastoral contra el nuevo régimen, así el cardenal Segura fue expulsado del país y el 11 de mayo más de 100 edificios de la Iglesia fueron incendiados.

Las Cortes Constituyentes fueron de mayoría republicano-socialista. La Constitución de 1931 fue progresista y defendía la soberanía popular, derechos y libertades extensos (matrimonio civil, divorcio, derecho a la educación…), el sufragio universal para mayores de 23 años (reconociendo el voto femenino), el Estatuto de Autonomía, la laicización del estado y la separación de poderes: legislativo para Cortes, el jefe de estado es el presidente de la República, elegido cada 6 años y su poder está controlado por las Cortes, el presidente nombra al jefe de gobierno y este a los ministros (poder ejecutivo) y el poder judicial es independiente.

Durante el bienio reformista (1931-1933) los debates constitucionales sobre la cuestión religiosa y el voto femenino forzaron que Azaña se convirtió en presidente del gobierno, llevando a cabo grandes reformas. Las reformas laborales fueron iniciadas por el socialista Largo Caballero con la aprobación de la Ley de Contratos de Trabajo, la Ley de Jurados Mixtos y se estableció la Inspección de Trabajo. En educación se construyeron escuelas, se contrataron maestros, se estableció la enseñanza mixta y se eliminó la Religión Católica como asignatura obligatoria. Como reformas militares se exigió el juramento de lealtad, se suprimió la Academia Militar de Zaragoza y los Tribunales de Honor. En la reforma agraria se aprobó la Ley de Bases de la Reforma Agraria en 1923 que buscaba el reasentamiento de campesinos sin tierra en latifundios insuficientemente explotados, pero fue un fracaso y pocos campesinos se beneficiaron de esta ley.

El bienio reformista se encontró con la oposición de los conservadores, que llevaron a cabo conspiraciones militares como “la Sanjurjada” protagonizada por el general Sanjurjo en 1932. La radicalización popular con el episodio de Casas Viejas 1933, en el que un grupo de Guardias de Asalto sitiaron y mataron a anarquistas, desacreditó y provocó la caída del gobierno de Azaña.

Tras la dimisión de Azaña se convocaron nuevas elecciones en 1933 y aparecieron nuevas fuerzas como la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) de carácter demócrata-cristiano, la Renovación Española de Calvo Sotelo de carácter monárquico, el régimen autoritario y fascista de la Falange Española de Primo de Rivera o el Partido Radical de Lerroux. Por ello, las elecciones de 18 de noviembre, con izquierda desunida y abstención de masas obreras, el centro-derecha (CEDA y Partido Radical) alcanzó la mayoría.

10.2. El gobierno radical cedista (1933-1935). La Revolución de Asturias. El Frente Popular, las elecciones de 1936 y el nuevo gobierno.

Las elecciones de noviembre de 1933 tenían la novedad del voto femenino. El triunfo de la derecha se debió, aparte del desgaste del gobierno, por causas como la unión de las candidaturas de centro- derecha, la elevada abstención en las zonas obreras a causa del desengaño respecto al gobierno de la izquierda y al voto femenino que fue mayoritariamente de derechas.

A pesar de que la CEDA fue el partido más votado, el Partido Radical de Lerroux formó los dos primeros gobiernos. Comenzando así con el gobierno del Partido Radical (noviembre de 1933-Febrero de 1936). Pero necesitaban el apoyo de la CEDA para gobernar y aplicaron un programa de rectificación de la legislación del bienio anterior que provocó tensiones y crisis ministeriales como el abandono del partido por parte de Diego Martínez Barrio. Entre las medidas que tomaron encontramos: la paralización de la reforma agraria; la reforma militar se detuvo, aprobándose una amnistía para los implicados en el golpe de 1932 y se colocó en destinos clave a militares poco afectos a la república (Goded, Franco…); cambio de la política religiosa y educativa, se anuló la enseñanza mixta y se paralizó la secularización de la enseñanza; y se bloquearon los Estatutos de Autonomía, en Cataluña, la Generalitat aprobó una ley que convertía los arrendatarios en propietarios al cabo de 12 años. La ley se envió al Tribunal de Garantías Constitucionales, que la declaró inconstitucional, a lo que la Generalitat respondió aprobando otra ley como la de 1934, generando una situación de tensión con el gobierno Central.

Esta situación va a traer problemas a los que tendrá que enfrentarse el gobierno.

El primero es la radicalización política. Desde 1934 las posiciones se fueron dividiendo entre “derechas”, donde destacaba la CEDA liderada por el conservador Gil Robles. El peso de la CEDA relegó a los demás partidos a un puesto secundario mientras que los Falangistas se fusionaron con la JONS de Ledesma Ramos actuando con violencia. Y las “izquierdas” formada por republicanos: Azaña creó “Izquierda Republicana”; Martínez Barrio creó “Unión Republicana”; El PSOE, Prieto y Largo Caballero; el PCE y el PSOE propiciaron un Frente Antifascista, la CNT y Esquerra, liderada por Lluis Companys.

El segundo fue la revolución de octubre de 1934. Fue desencadenada por una convocatoria de UGT de huelga general ante la posible entrada de la CEDA en el gobierno, ya que esta supondría el triunfo del fascismo. El 4 de octubre se formó un nuevo gobierno con tres ministros cedistas incluidos y los dirigentes dieron orden de Huelga General que tuvo lugar el 5 de octubre y se extendió por las ciudades del país, pero no el campo. En Asturias, se convirtió en una insurrección armada revolucionaria. Los obreros destituyeron a las autoridades y conquistaron la capital manteniendo combates contra el Ejército. También organizaron los suministros, mantuvieron la siderurgia, cubrieron los servicios sanitarios y de vigilancia y se organizaron en comités de gobierno. Se trataba de una auténtica revolución socialista. En Cataluña, el ejército recuperó el mando y obtuvo la rendición del Gobierno catalán tras el bombardeo del edificio de la Generalitat. En Madrid el movimiento también fracasó. En el resto del país estaban aislados y no tuvieron apoyos. El gobierno envió tropas a Marruecos, los legionarios (dirigidos por Franco) sofocaron la rebelión.

La Revolución de Octubre trajo consecuencias graves. La CEDA decretó la suspensión del Estatuto de Cataluña, mientras se fue desgastando y el propio gobierno iba dando muestras de debilidad y enfrentamientos internos. Pero la política continuaba y surgió una coalición de derechas, el Bloque Nacional, que empezaba a valorar un golpe militar. Se unieron todos los partidos de la izquierda para conseguir la amnistía de los presos de octubre. Pero la crisis definitiva del gobierno llegó con los escándalos económicos que hundieron al Partido Radical como: el escándalo de estraperlo (ruleta trucada en casinos), el asunto Nombela y casos de malversación de fondos de políticos radicales. Finalmente se convocaron nuevas elecciones en 1936.

El Frente Popular agrupaba las fuerzas políticas de izquierda desde republicanos de Azaña hasta los comunistas, incluso contaba con el apoyo de los anarquistas. La derecha, presentándose también unida, no presentó un programa coherente y perdió apoyos por basar su acción en la negación de la revolución. La participación electoral de las elecciones de 1936 fue la más alta de todas, otorgando al Frente Popular la mayoría absoluta, quienes: decretaron amnistía para todos los detenidos en la revolución de 1934, restauraron el Estatuto de autonomía de Cataluña (iniciando la tramitación de los demás) y se retomó la reforma agraria suspendida.

Zamora fue destituido y Azaña formó un gobierno solamente republicano ya que los socialistas se negaron a participar. En la primavera del 36, llegó un clima de radicalización social y política, con enfrentamientos entre la derecha y la izquierda. La movilización obrera y huelgas, luchas callejeras, división interna del ejército y los asesinatos de Castillo y Calvo Sotelo precipitaron el golpe de estado y rumores acerca del mismo, a los que Quiroga se mantuvo inactivo.

10.3. La Guerra Civil: la sublevación militar y el estallido de la guerra. La dimensión internacional del conflicto.

La Guerra Civil (1936-1939) fue el acontecimiento más dramático de la historia reciente del país y supuso la culminación de la lucha de clases iniciada durante la crisis de 1917. La victoria franquista en 1939 acabó con el intento democrático abierto de 1931.

Hay dos teorías que tratan de explicar la guerra civil, la primera está apoyada por historiadores liberales y de izquierdas que consideran la guerra como consecuencia de una intervención fascista; y la segunda, según historiadores conservadores, la guerra como reacción del sector de españoles que pretenden frenar el comunismo internacional. Pero para explicar la Guerra Civil se debe tener en cuenta los múltiples factores que la causaron como la desigualdad económica, la dominación social, las actitudes religiosas, los nacionalismos o las ideologías extremistas que interactuaron entre sí provocando una división social.

Desde el triunfo del Frente Popular se planeaba una conspiración militar que buscaba un régimen dictatorial que impusiera orden social. Esta conspiración estaba organizada por Mola, Goded, Queipo de Llano, Cabanellas y Franco y apoyada por grupos de derechas (FE, JONS, requetés, la Iglesia y clase media). El asesinato de Del Castillo y la ejecución de Calvo Sotelo fueron utilizados como pretexto para el alzamiento militar. Así, el 17 de julio en Ceuta y Melilla se inició el alzamiento coordinado por Franco y el 18 se extendió por toda la península. La sublevación triunfó en el norte (desde Galicia hasta Navarra, sin la cornisa cantábrica) y en el sur (Andalucía oriental, el protectorado de Marruecos y Canarias).

Se pretendía obtener el control del gobierno para frenar la revolución comunista, pero, para ello, necesitaban ser secundados por el mayor número de guarniciones militares posible teniendo un valor fundamental las de Madrid y Barcelona. Pero el golpe fracasó porque no encontraron respaldo y dejó una España dividida en dos zonas.

La zona republicana ocupaba 270.000 km2 y contaba con 14 millones de habitantes, así como las grandes ciudades, las regiones industriales y mineras y los recursos financieros. Pero su situación agrícola era deficitaria. Se formó un nuevo gobierno con partidos republicanos el 19 de julio, presidido por José Giral, pero muy débil. La organización militar quedó desmantelada y se reemplazó por “milicias populares” por lo que los obreros, con armas del gobierno, eran los dueños de la calle y actuaban a través de juntas y consejos.

La zona “nacional” ocupaba 230.000 km2 donde se asentaban 10 millones de personas apenas contaban con la producción industrial, pero dominaban la producción agrícola. En esta zona fueron abolidas las medidas sociales aprobadas durante la República. No existió inmediatamente después del golpe un poder supremo único, sino que cada general ejercía su autoridad donde operaba. Tras la muerte de Sanjurjo (20/07/1936), se formó la Junta de Defensa Nacional presidida por Cabanellas para coordinar y unificar la acción de los sublevados.

La dimensión internacional de la guerra civil española se plantea bajo dos enfoques: uno como antesala de la II Guerra Mundial y otro como un conflicto marginal. A pesar de que se estableció un Comité de no Intervención para evitar que se enviaran recursos a los bandos, Alemania e Italia no lo acataron, y ambos bandos recibieron apoyo del exterior (los sublevados recibieron más ayuda). La República recibió ayuda de la URSS, pagada por el gobierno mediante un depósito en Moscú del oro del Banco de España; México, que aportó armas, alimentos y apoyo diplomático; y Francia, que suministró armas. Además, 60.000 voluntarios extranjeros lucharon en las Brigadas Internacionales. Mientras que el bando rebelde recibió apoyo de la Alemania de Hitler, la Italia de Mussolini y el Portugal de Salazar. Contando con abundante petróleo de la TEXACO y camiones de Ford y General Motors (Empresas americanas, a pesar de la neutralidad de EEUU). La Guerra Civil provocó una honda división en la opinión pública proyectando el enfrentamiento existente entre fascismo, comunismo y democracia. Mayoritariamente, los intelectuales apoyaron la causa republicana como Einstein o George Orwell.

10.4. Fases militares de la Guerra Civil. La evolución política y económica en las dos zonas. Consecuencias económicas y sociales de la guerra. Los costes humanos.

Durante la guerra civil (1936-1939) podemos distinguir distintas etapas:

Desde la sublevación hasta la batalla de Madrid (julio 1936-marzo 1937) la guerra se conoce como guerra de columnas donde el objetivo de los rebeldes fue tomar Madrid. El general Mola, a pesar invadir el norte (excepto zona cantábrica), Irún y San Sebastián, no logró el objetivo. En el sur, Franco estaba al mando de las tropas de África y se unieron a los sublevados de Sevilla. La conquista de Badajoz permitió la unión de las dos zonas controladas por los sublevados dejando a la república en dos zonas incomunicadas entre sí: la franja cantábrica y la mitad oriental de la península. Se pretendía cercar Madrid, pero Franco se desvió hacia Toledo para liberar el Alcázar. Cuando Toledo cayó (a finales de septiembre) se dirigieron a Madrid, pero mostraron una dura resistencia con victorias republicanas en Jarama y Guadalajara por la que los rebeldes, que habían intentado rodear Madrid, no la consiguieron. Se inicia una guerra de desgaste, con un nuevo objetivo: la liquidación del frente norte.

La segunda etapa comienza con la batalla del norte hasta la batalla del Ebro (abril 1937-noviembre 1938). Franco conquistó el norte peninsular con la participación de italianos y la Legión Cóndor alemana (que bombardeó Guernica el 26/abril/1937). Las tropas de Franco inician una ofensiva del bajo Aragón donde recuperan Teruel. Se centraron en el valle del Ebro hacia Levante logrando ocupar Lérida y llegando al Mediterráneo. La República queda dividida en Cataluña y Madrid y Levante. Para detener su marcha, los republicanos lanzan una contraofensiva que da lugar a la Batalla del Ebro (julio-noviembre 1938), donde las fuerzas de la república quedaron muy dañadas y que fue la batalla más sangrienta de la guerra.

Por último, de la ofensiva de Cataluña al final de la guerra (diciembre de 1938-marzo 1939) los republicanos se dividían entre los que querían resistir (Negrín y comunistas) y los que querían negociar (Besteiro, Miaja). Es por la debilidad de esta división que la toma de Cataluña fue rápida (26/01) y el gobierno republicano se exilió a Francia. En ese momento, Madrid era el último objetivo importante. Casado se rebela contra Negrín creando un Consejo Nacional de Defensa que intentó, sin éxito, negociar la paz con Franco. Las tropas nacionales avanzaron sin resistencia sobre los frentes de Madrid y Levante. Tras entrar en Madrid (28 de marzo), el 1 de abril Franco anuncia el fin de la guerra.

Hasta el fin de la guerra, las instituciones republicanas siguieron funcionando, con la Constitución de 1931 en vigor. La sublevación provocó la dimisión de Casares Quiroga y Azaña mandó formar gobierno que estará dirigido por Giral y será muy débil. Por esto, en septiembre de 1936 Azaña encargó formar gobierno a Largo Caballero, este gobierno de coalición (nacionalistas vascos y catalanes, partidos republicanos, PSOE y PCE), se integraron anarquistas y se aprobó al Estatuto de Autonomía vasco. En noviembre de 1936 el gobierno huye a Valencia y Madrid quedó bajo el control de una Junta de Defensa dirigida por Miaja. El objetivo del gobierno era establecer un ejército con mando único y restablecer el poder estatal. Pero el bando republicano estaba dividido entre los que se centraban en ganar la guerra (PCE) y los que querían tomar medidas revolucionarias para contar con el apoyo popular y así ganar la guerra (anarquistas o POUM). En mayo de 1937, tras la dimisión de Largo Caballero, se formó el gobierno de Negrín (PCE).

Económicamente, el bando republicano controlaba las zonas industriales y las principales ciudades al comienzo de la guerra, pero pronto perdieron el control político y económico dando lugar a la colectivización de empresas y la aceleración de la reforma agraria, pero a causa de la mala organización de los anarquistas, se produjo un desabastecimiento. Para financiar la guerra, los republicanos tuvieron que recurrir a la emisión de deuda pública  y el depósito en Moscú de las reservas de oro del Banco de España.

En el bando nacional, la Junta de Defensa Nacional (26/julio/1936), en Burgos, presidida por Cabanellas, toma medidas para la España Nacional como la prohibición de sindicatos, la disolución de partidos políticos o la represión. En septiembre de 1936, la Junta de Defensa nombra a Franco generalísimo de los ejércitos y jefe del nuevo Estado aún sin definir. Se adoptan nuevos símbolos y Franco aglutina a la Falange, los carlistas, los monárquicos y la CEDA, mediante el Decreto de Unificación, en la Falange Española Tradicionalista y de las JONS (FET y de las JONS) con Franco como supremo caudillo y jefe del partido único. En enero de 1938 se forma el primer Gobierno en Burgos, dando comienzo a la institucionalización de un régimen personalista (todo el poder lo tiene Franco), nacionalsindicalista (inspiración fascista y católica) y que se apoya en la Falange y en el Fuero del Trabajo (1938).

Económicamente, los sublevados disponían de la mayor parte de las tierras de cultivo y sus carencias industriales explican el interés por ocupar la franja norte que tenía recursos mineros y siderúrgicos. El control de la producción en el territorio sublevado fue estricto y se suprimió la legislación republicana. La financiación la encontraron en los regímenes fascistas de Italia y Alemania.

La Guerra Civil trajo como consecuencias económicas una reducción del 60% de la ganadería y del 25% de la agricultura. La inflación multiplicó por 10 los precios y la producción industrial no se recuperó hasta 1950. Hubo un endeudamiento del Estado, por los créditos proporcionados a Franco durante la guerra, y una falta de reservas financieras del Banco de España. También tuvo consecuencias sociales, los militares sublevados eliminaban a miembros y simpatizantes de izquierdas cuando conquistaban un territorio, entre sus víctimas hubo numerosos maestros e intelectuales. En la zona republicana, también hubo ejecuciones de cualquiera que resultara sospechoso de apoyar a los sublevados (sacerdotes…). Esta dinámica de excesos y crueldad, se mantuvo con la represión tras la victoria franquista, provocando un exilio. Los costes humanos fueron muy elevados, alcanzando el medio millón de muertes. Se redujo el índice de natalidad y se aumentó el de mortalidad. Además, hubo un retroceso en la población urbana debido al desmantelamiento de la industria y servicios.